domingo, 23 de junio de 2019

Dolor y gloria

Dolor y gloria, de Pedro Almodóvar lleva días en cartel; pero recién hoy pude disfrutarla. 
Almodóvar, fiel a su estilo, siempre nos presenta ya desde la primera toma una especie de resumen del filme o algo simbólico que iremos descubriendo a lo largo del relato. En este caso, un hombre sumergido por completo bajo el agua de una piscina, en estado de relajación, luego un plano detalle de una cicatriz que va desde el ombligo hasta el pecho. Nuestro protagonista, Salvador Mallo (Antonio Banderas) un escritor y director que ya no filma ni escribe; pero a pesar de ello intenta sobrevivir. 
A través de reiterados flashbacks y el uso de la voz en off, iremos conociendo a Salvador Mallo, su infancia con su madre (Penélope Cruz) durante la década del ´60 en Paterna (pueblo de Valencia), así como su presente durante los años ochenta, mostrándose  hombre que padece varios dolores físicos como dolores de cabeza, fuertes migrañas, dolores de espalda por problemas en su columna vertebral entre otros malestares; pero también sufre de lo que Salvador presenta como dolores abstractos, entiéndase dolores del alma, sufrimiento y depresión.  Entre todo esto, los recuerdos y la reconciliación con una de sus películas "Sabor" con la que tardo treinta y dos años porque el actor principal no realizó el personaje como él lo había "pintado". 
El protagonista de Dolor y gloria, se sumerge en el mundo de la adicción porque descubre que le ayuda a calmar  los dolores. ¿Sólo eso intenta calmar? 
Este filme narra varios reencuentros. Algunos a través del recuerdo, otros a través de un amor que después  años se hace presente (Leonardo Sbaraglia), ese amor que se intentó salvar; pero que a pesar del fuerte sentimiento este no fue suficiente para rescatarlo y a pesar de que ese amor volvió se le cierra la puerta para que no regrese. 
Dolor y gloria dos horas de relato, de un intenso y lento relato; pero con  esas joyitas que solo Pedro Almodóvar nos puede regalar y que los amantes de su cine sabemos descubrir e ir disfrutando a medida que este avanza. El espectador tendrá momentos de reflexión, momentos de empatía con determinados momentos del protagonista o con los personajes que lo rodean, será difícil que alguno en la sala no haya pensando en su madre durante algunas escenas. La figura femenina, y en especial la madre en este caso en particular, una figura siempre clave en el cine de este director. 
Si aún no tuvieron oportunidad de ver la película, están a tiempo. Después de todo, quién en  esta vida no padece de dolores o sufrimientos, quién no ha tenido su momento de gloria pero antes tuvo que padecer y sacrificarse. Seguramente más de uno, en más de una oportunidad tuvo que recordar que hay que seguir adelante, salir de la cama y vivir la vida aunque esta no presente garantías. Aunque la creación y la pasión parezca que nos abandona por momentos. 
Almodóvar, en este filme, parece mostrarse nostálgico y autobiográfico pero él sabe que hay que seguir adelante, siempre hay algo que contar siempre hay un deseo que nos impulsa a seguir una gloria más en esta aventura de vivir. 




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