domingo, 16 de julio de 2017

Mi hijo sólo camina un poco más lento.


Detrás de la puerta más insulsa de la calle Pasco al 600 se presenta una obra digna de ver y actuaciones de admirar. Allí en el primer piso, en una sala gris se representa "Mi hijo sólo camina un poco más lento"del dramaturgo Ivor Martinic, dirigida por Guillermo Cacace
Mientras el público se acomoda en las butacas, los actores ya están en escena, algunos caminan, otros charlan entre ellos, otros sentados y otros ofrecen mate, galletas y mantas a los espectadores. De esta manera, parece que uno no está invitado a la función sino a ser parte de esa familia y su situación. 
Una puesta minimalista, la escenografía cuenta con seis sillas con los asientos rotos, una guitarra, papel picado por el piso, un ventanal en el fondo y once actores dan comienzo a la función. 
Un actor sentado al fondo de la escena toma la guitarra y empieza a tocar una melodía suave; a continuación  una actriz muy mayor se acerca al público, saluda, advierte que si se olvida el texto sus compañeros la ayudaran, luego pide que apaguemos nuestros celulares, la mujer toma asiento, la música de fondo sube y varios actores con ropa deportiva comienzan a trotar en círculos. La advertencia de esa actriz ya nos inserta en el mundo ficticio y estaremos atentos  a descubrir si se olvida la letra  o solo es parte del fingir. 
"Mi hijo sólo camina un poco más lento" presenta una familia formada por un matrimonio que a veces olvida que son marido y mujer, Mía y Roberto, tienen dos hijos, Doris y Branko quien cumple 25 años e intenta pasar inadvertido. Dos abuelos, Ana y Oliver, dos tíos Miguel y Rita. A esta familia se suman dos pretendientes, Tin y Sara. Tin novio de Doris y Sara un personaje que si bien intento estar sin el amor no lo logró y va a intentar conquistar a Branko. Por último, no debemos olvidar el personaje narrador, un narrador que comenta las didascalias que no son actuadas por los actores y otras que sí deben actuar y los personajes se niegan a realizar. 
La familia de Branko se siente afectada por una enfermedad que no se nombra; pero que entro sin permiso para invadir la motricidad del joven cumpleañero. Los personajes nunca comen o tienen ganas de comer, Ana por ejemplo, la abuela que no come o no prende  la luz porque está ahorrando, también está enferma y tampoco el espectador sabrá de qué, tal vez solo de años o de los recuerdos que cree tener y otros que solo fingió tener . Porque fingir lo hacen todos, al menos un poquito para sentirse mejor.  
La obra transcurre en un sólo día; pero no será cualquier día para estos personajes; en especial para Mía, una madre que no sabe cómo ser madre de Branko, una esposa que quiere menos a su marido pero lo necesita más para sobre llevar la infelicidad,  una mujer que se alegra por estrenar un vestido y que nos hace reflexionar sobre  que "es tonto como a veces nos alegramos por pequeñas cosas". Mía, al igual que el resto de la familia tendrá que pasar de la negación a la aceptación. Algo difícil para cualquiera. 
Por momentos, hay silencios mortales que son acompañados por pequeños gestos para luego volver a la palabra, a la risa, al llanto a la reflexión. "¿Por qué me casé? ¿Por qué me preguntas por qué me casé?" Son algunas de las preguntas que se dicen en escena o  "Sería una lástima que no exista lo lindo, no?" En esta puesta los personajes se miran poco y nada a los ojos, miran más al público, y por momentos con complicidad, el lenguaje es veloz y claro al mismo tiempo. Es parte del atractivo, invita al espectador a no distraerse. 
Durante casi hora y media los espectadores podrán reír, algunos llorar pero sobre todo reflexionar, tanta será la reflexión que aún terminada la obra, se necesita tiempo para aplaudir. 
Las funciones son los domingos en horarios en que más de uno querrá hacer siesta, yo le recomendaría que por un domingo abandone ese hábito y visite la sala Apacheta, les prometo un guión excelente, una dirección muy buena y actuaciones maravillosas de Juan Tupac Soler, Paula Fernadez Mbarak, Antonio Bax, Romina Padoan, Elsa Bloise, Luis Blanco, Clarisa Korovsky, Aldo Alessandrini, Pilar Boyle, Gonzalo San Millán y Juan Andrés Romanazzi. "Mi hijo sólo camina un poco más lento" Una pieza croata altamente recomendable. 







2 comentarios:

  1. Que buen analisis
    Muy completo y objetivo
    Me ayudo mucho a comprender la obra despue de haberla visto

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