domingo, 15 de septiembre de 2013

Reality a la italiana

Cuando la sensación de que somos vigilados nos acecha, ¿qué somos capaces de hacer? Esta es la reflexión que parece quedar flotando cuando uno termina de ver el último filme del romano Matteo Garrone.
Reality, es una comedia dramática que nos introduce en el terreno de la critica social respecto de la televisión y el mundo de los realitys, ese mundo que publicita la ilusión de que “no hay que abandonar los sueños” como dice uno de los personajes, Enzo, quien era el último ganador del “Gran Fratello” (gran hermano).
Desde la primera toma, una cámara que desciende de los cielos, vamos entrando en la ciudad de Nápoles. Un plano secuencia que sigue a un carruaje del siglo XVIII hasta llegar al hotel La Sonrisa, en  este van dos novios y aquí inicia nuestra historia con sus protagonistas, una familia numerosa que está de festejo en un casamiento, disfrutando de las habitaciones del hotel que son propios  de un palacio francés de época, ríen, cantan y bailan en el salón principal. Una vez terminada la gran fiesta, vemos a esta misma familia caminando por las calles durante la noche, los más jóvenes ayudando a los mayores a subir las escaleras de su casa. Es interesante como el director muestra primero un hotel con todo el lujo de un castillo real y luego nos va mostrando lentamente a cada integrante dentro de su habitación en su cotidianeidad dentro de otro edificio que por su arquitectura podríamos decir que alguna vez eso, también pudo ser un palacio importante napolitano, y hoy es solo un caserón consumido por el tiempo y la humedad.
Entre estos personajes, conoceremos a Luciano, padre de familia, alegre y consentidor con sus afectos. Luciano trabaja en una pescadería, tiene buen trato con sus clientes y también se las arregla para hacer un dinero extra con la venta de unos robots. Un día como cualquier otro, aunque Luciano no le daba importancia a los realitys show, él solo por ver sonreír a sus hijas pequeñas y darles el gusto se anotó para participar en el casting del “Gran Hermano” a la italiana. Después de este suceso la vida de Luciano cambió. Pero, ¿cambió para bien? ¿Para mejor? Lo que sí es cierto, que nada volverá a ser igual para él.
Mientras Luciano y su familia esperan el llamado confirmando la entrada de nuestro protagonista a la casa del gran hermano; Luciano convencido de que lo están vigilando quienes organizan el programa, comienza a tener actitudes diferentes a las de siempre, todo porque quiere ser el próximo integrante del reality.  A Luciano todos los ven como de costumbre; pero su mirada ha cambiado, los otros pasaron de ser vecinos de todos los días a posibles vigilantes del “Gran Hermano” que está controlando los pasos de este pescadero cuando aún no ha entrado a la casa. Este es el punto más interesante del filme de Garrone.
Una simple persona con una vida tranquila empieza a sentirse constantemente mirado, observado y se ve en la obligación de ser bondadoso y solidario con desconocidos.

Matteo Garrone, examina  de qué forma se ve afectada la intimidad de las personas en  un mundo  donde explotar las miserias humanas es algo de todos los días.

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