Cuando
la sensación de que somos vigilados nos acecha, ¿qué somos capaces de hacer?
Esta es la reflexión que parece quedar flotando cuando uno termina de ver el
último filme del romano Matteo Garrone.
Reality, es una comedia dramática que nos introduce en el terreno de la critica
social respecto de la televisión y el mundo de los realitys, ese mundo que
publicita la ilusión de que “no hay que abandonar los sueños” como dice uno de
los personajes, Enzo, quien era el último ganador del “Gran Fratello” (gran
hermano).
Desde
la primera toma, una cámara que desciende de los cielos, vamos entrando en la
ciudad de Nápoles. Un plano secuencia que sigue a un carruaje del siglo XVIII
hasta llegar al hotel La
Sonrisa , en este van
dos novios y aquí inicia nuestra historia con sus protagonistas, una familia
numerosa que está de festejo en un casamiento, disfrutando de las habitaciones
del hotel que son propios de un palacio
francés de época, ríen, cantan y bailan en el salón principal. Una vez
terminada la gran fiesta, vemos a esta misma familia caminando por las calles
durante la noche, los más jóvenes ayudando a los mayores a subir las escaleras
de su casa. Es interesante como el director muestra primero un hotel con todo
el lujo de un castillo real y luego nos va mostrando lentamente a cada
integrante dentro de su habitación en su cotidianeidad dentro de otro edificio
que por su arquitectura podríamos decir que alguna vez eso, también pudo ser un
palacio importante napolitano, y hoy es solo un caserón consumido por el tiempo
y la humedad.
Entre
estos personajes, conoceremos a Luciano, padre de familia, alegre y consentidor
con sus afectos. Luciano trabaja en una pescadería, tiene buen trato con sus
clientes y también se las arregla para hacer un dinero extra con la venta de
unos robots. Un día como cualquier otro, aunque Luciano no le daba importancia
a los realitys show, él solo por ver sonreír a sus hijas pequeñas y darles el
gusto se anotó para participar en el casting del “Gran Hermano” a la italiana.
Después de este suceso la vida de Luciano cambió. Pero, ¿cambió para bien?
¿Para mejor? Lo que sí es cierto, que nada volverá a ser igual para él.
Mientras
Luciano y su familia esperan el llamado confirmando la entrada de nuestro
protagonista a la casa del gran hermano; Luciano convencido de que lo están vigilando
quienes organizan el programa, comienza a tener actitudes diferentes a las de
siempre, todo porque quiere ser el próximo integrante del reality. A Luciano todos los ven como de costumbre;
pero su mirada ha cambiado, los otros pasaron de ser vecinos de todos los días
a posibles vigilantes del “Gran Hermano” que está controlando los pasos de este
pescadero cuando aún no ha entrado a la casa. Este es el punto más interesante
del filme de Garrone.
Una
simple persona con una vida tranquila empieza a sentirse constantemente mirado,
observado y se ve en la obligación de ser bondadoso y solidario con
desconocidos.
Matteo
Garrone, examina de qué forma se ve
afectada la intimidad de las personas en
un mundo donde explotar las
miserias humanas es algo de todos los días.
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