domingo, 10 de junio de 2012

El Especulador, de Balzac...


Anoche pude disfrutar de la obra "El Especulador", de Honoré de Balzac ( a quien se considera el padre de la novela moderna) bajo la dirección de Francisco Javier, quien hace tiempo atrás fue mi profesor en la Facultad. 
Francisco Javier, no sólo se ocupa de la dirección de este magnifico espectáculo teatral sino que, también se encargó de la traducción y adaptación de la obra. 
El director se dio finalmente el gusto de cumplir con su deseo de montar la comedia en Buenos Aires y nada menos que en el Teatro General San Martín y como si esto fuera poco con Daniel Fanego como su protagonista, quien una vez más se luce en escena, demostrando y confirmando el excelente actor que es. A su lado, acompañando de manera impecable la señora Elena Tasisto, retomando a la escena oficial. 
Durante una hora y cuarto, que para mí es el tiempo perfecto para una obra teatral, el espectador presencia un texto dramático maravilloso que provoca risas en más de un parlamento, un vestuario y escenografía más que adecuados para situarlo en el París de 1839. El resto del elenco también ofrece dinamismo a esta comedia que por momentos presenta más de un enredo. 
El espectáculo se desarrolla en la sala Cunill Cabanellas, lo cual me pareció también muy buen acierto, ya que el mismo presenta un escenario bifrontal, debido a que las butacas rodean el escenario, el público se encuentra cerca de los personajes y es un invitado más a este salón del siglo XIX. Lo interesante de un escenario bifrontal, es el juego de miradas, los personajes se ven entre ellos pero en alguna oportunidad la mirada de ellos (como la de los actores) cruza mirada con algún espectador, y al mismo tiempo este choca su mirada con otro espectador ubicado en la sala. Y eso es algo que Francisco Javier sabe muy bien y lo aprovecha a favor del hecho teatral. No por nada, su tesis fue sobre el espacio escénico. 
Y retomando el juego de miradas, si el espectador es uno de esos curiosos y atentos podrá descubrir entre las sobras de la sala la mirada del mismísimo Francisco Javier, que jamás deja de acompañar a sus actores y a su espectáculo.

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